De la mano de nuestra presidenta Ignacia de Pano y su picante prosa hoy os presentamos este iceberg histórico con su pequeña parte visible, la famosa emperatriz Sissi, y en la parte sumergida su desconocida y jugosa descendencia que sacamos a flote con todos sus detalles:
Aprovechando mis divagaciones wikipédicas de domingo por la mañana os voy a hacer un hilo cotilla-histórico con mis descubrimientos de hoy. Iré lenta porque los escribo al mismo tiempo que los cuelgo. Así os da tiempo de haceros un cafelito. Empezamos....
El origen de mi historia empieza por una señora a la que todos conocemos y que es probablemente el único caso en que la representada era más impresionante que la actriz que la representó: Isabel de Austria, para los amigos Sissi. Aquí las tenemos a las dos. Vosotros mismos.
Como diría mi madre, Romy más mona pero Isabel más guapa.
Y aquí el famoso retrato de Winterhalter entero con las míticas estrellas de diamantes diseñadas por Köchert adornando su larguísimo pelo y vestida por Worth. Una mujer impresionante. 1,72 y 47 kilos. Etérea, preciosa y anoréxica, tuvo una vida muy desgraciada.
Por cierto, la joyería Köchert sigue abierta y las estrellas se siguen haciendo. Es un regalo de cumpleaños perfecto y ahora que se aproxima el mío mucho más.
El mes que viví en Viena cuando tenía 20 años y ni un céntimo en el bolsillo algunas mañanas emulaba a Audrey y me iba al escaparate de Köchert a soñar.
Sissi es el origen de la historia de forma literal, porque el hilo va sobre su nieta Elisabeth Marie. Quién era esta señora?
Pues la hija de su primogénito y heredero al trono el príncipe Rodolfo, que déjalo correr también, pobre Francisco José, que mujer y qué hijo. Aquí tenemos a Rudolf en pleno postureo. Que gran instagramer se ha perdido el siglo XXI.
Pues resulta que a Rodolfo, nacido en 1858, lo casaron en un matrimonio de estado con la princesa Estefanía de Bélgica, que tendría muchas virtudes, pero la fundamental para que una pareja funcione bien, y más cuando el marido es un posturetas, está claro que NO. Esa carica!
Pues bien. Estas dos criaturas tuvieron una única hija, la archiduquesa Elisabeth Marie Henriette Stephanie Gisela. Isabel por su abuela, Erszi para los amigos. Mirad que muñeca.
Con su mami, que sale más bonica que en la otra foto. La niña igual de muñequísima con su collar de perlas.
No hubo tiempo de más hijos porque Rodolfo era más de coser para la calle hasta que conoció a la baronesa María Vetsera. 18 años, proveniente de la burguesía más adinerada. Un amor loco loquérrimo de verdad. Sinceramente se me escapa que le vió, pero para gustos colores.
En el cine a estos dos locatos los interpretaron en sendas películas los combos Omar Scharif-Carherine Deneuve y Mel Ferrer-Audrey Hepburn. El parecido en el blanco de los ojos.
Esto es como si en mi biopic me representa Charlize Theron saltando por los bancales. Abundando en mi conocida crueldad os pongo estas tres fotos para que se os queden bien en la retina.
En fin, que los escarceos de estos dos palomos tordos acabaron como el rosario de la aurora. Tras solicitar la nulidad de su matrimonio al Papa, escandalizar a su padre y toda la corte, la pareja se suicidó la madrugada del 30 de enero de 1889 en el pabellón de caza de Mayerling.
Pobre Francisco José. Mantén un imperio para esto.
Hace poco se han descubierto en la caja fuerte de un banco las cartas de Maria Vetsera a su madre, en las que la pobre chica se revela más simple que un botijo.
Total, que a los seis años, Elisabeth Marie se queda huérfana de padre, con una madre muy distante y el solo apoyo de su abuelo, que la adoraba. Pensándolo bien, el solo apoyo del tu abuelo cuando es el emperador de Austria tampoco es manco.
Con la abuela no se podía contar porque a la gran belleza Sissi no le gustaban los nietos que le recordaran su edad y además no podía soportar a su nuera a la que culpaba de la tragedia de Rodolfo el ximplet.
Aunque sí le dejó a su nieta su magnífica colección de joyas. Así que la perdonaremos en espera de que llegue 1898 y Luigi Lucheni ponga violento fin en Ginebra a su duelo nunca superado por la muerte de su hijo.
Esta es la última foto de la emperatriz. Maravillosa hasta el final.
Erszi se quedó en la corte al cuidado de su abuelo, que prohibió su salida de Viena. Matiz importante porque su madre se volvió a casar con un conde en 1900 y renunció a su título de princesa austriaca. La relación con su hija siempre fue tirante y difícil...
Porque Erszi salió a papá y a la abuela Sissi. Rebeldía contra el conservadurismo de la madre.
El príncipe Rodolfo había escrito en una carta que Erszi iba a ser “lo único que quedará de mí”. Y la verdad es que sus vidas corrieron paralelas en más de un sentido.
En 1902, a los 19 años, Erszi conoce en un baile al Prince Otto Weriand von Windisch-Grätz, que era el típico guapete aristócrata, y se enamora de él a primera vista.
Hasta aquí todo normal si no fuera porque el pobre Otto estaba felizmente comprometido y no había hecho nada para que Erszi se encaprichara de él. Pero oye, que abuelo dame el muñeco, abuelo quiero el muñeco, abuelo porfa, porfa abuelo.
Así que Otto se enteró no solo de que era novio de Erszi sino de que se iba a casar con ella por una carta del emperador en la que le felicitaba por su próximo enlace. Ahora vas y se lo cuentas a tu novia: Juana Mari, que me tengo que casar con la nieta, que no hay way out.
Aquí los felices novios. La historia de siempre pero al revés. Angelico, Ottico.
El matrimonio funcionó como era previsible en las cosas forzadas. Antes de un año, Otto ya estaba buscando refugio en brazos de otra. La actriz Louise Ziegler.
Enterada Erszi del affaire de su marido, entró en tromba en sus habitaciones y aunque el mayordomo trató de impedirlo, consiguió llegar hasta la alcoba de los amantes...
Y le pegó un tiro a la pobre Louise del que murió al día siguiente. Tal cual os lo digo. Se cargó a la amante. Punto pelota y ahora vas y me traes a otra, Otto.
Imaginad el pollo en Viena. Para que os déis cuenta de que está todo inventado y de que lady Di era una monja al lado de todas estas de principios de siglo. Pero en fin, la cosa se silencio y se pasó pagina rápidamente. Niñas, no picoteéis en nido ajeno que no suele salir bien.
Total que Otto lo vió claro, se dió cuenta de repente de que adoraba a su mujer y el matrimonio tuvo cuatro hijos de lo más marineros.
Muy fan del pequeño.
A Erszi no le quita el muñeco NADIE.
Y de mayor mucho menos.
No se separaron hasta pasada la muerte del emperador. Y empezó una batalla por la custodia absolutamente sensacional que acabó concediendo la de los dos mayores a ella y la de los dos pequeños a él.
Pero, si habéis llegado hasta aquí sabréis como yo que Erszi NO SE IBA A CONFORMAR con esa decisión tan salomónica..
Así que amenazó al pobre Otto con suicidarse y se quedó con los cuatro marineros y el barco. Esa noche del baile te podías haber quedado en casa, Otto, de verdad te lo digo.
A todas estas, en 1921, Erszi se nos hizo... SOCIALISTA!!
Y en la política conoció a Leopold Petznek, un cargo del partido que tras la segunda guerra mundial llegó a ser presidente del parlamento. Rojo como un pimiento y más casado que la madre que lo parió.
Que pasó con Frau Petznek? Pues que acabó encerrada convenientemente en un psiquiátrico. Que no te digo yo que no estuviera locatilla, pero lo que está claro es que ser obstáculo en la vida de Erszi no era una buena circunstancia para nadie.
Erszi pasó a ser llamada “la archiduquesa roja”, aunque eso sí, viviendo como la archiduquesa comme il faut que siempre fue.
Firmes antinazis los dos, Leopold tuvo importantes cargos en la posguerra con Erszi siempre a su lado. Tras la muerte de él vivió más retirada hasta su propio fallecimiento el 16 de marzo de 1963 en su villa a las afueras de Viena.
Dejó escrito que la enterraran junto a su marido en una tumba normal y dejó todos sus bienes a Austria. Sobrevivió al fin del imperio, dos guerras mundiales y al nazismo. Vivió como quiso y no pudo nadie con ella. FIN.
Epílogo para muy cafeteros: en esos giros que dan las historias, las familias Windisch-Graetz y Habsburg volvieron a unir sus destinos en 1990, con la boda del jefe de la Casa, el príncipe Hugo con la archiduquesa Sofía de Habsburgo. Pero esta vez por amor.
Ella estuvo viviendo en España por los ochenta, y es una de las mujeres más bellas que se han visto en la portada del Hola. Esos ojos son de ese color, por si os lo estáis preguntando.
Ahora sigue igual de fantástica.
Y son una pareja feliz que se ha sobrepuesto unida al fallecimiento de un hijo. Y este es el verdadero final feliz de la historia.
Ignacia de Pano.